miércoles, 15 de febrero de 2012

La ballesta I (ss.XI-XII)


La arcuballista romana o ballesta no sufrió modificaciones importantes hasta el siglo XII, y dichas mejoras se produjeron más por el contacto con los musulmanes en las cruzadas que por innovaciones propias. En adelante, el campo de acción de las ballestas en la guerra dejó de ser exclusivamente los asedios. Existieron diversos tipos de ballestas según el modo en que se cargaban. Las ballestas de mano (manuballistae) parece que quedaron en uso exclusivo de la caballería en el s.XI por su facilidad para cargarlas. La arcuballista tradicional entre los peones se cargaba con los pies y se llamó "ballesta de dos pies". Abajo ballestero normando del s.XI (copyright Osprey publishing).





La ballesta de dos pies era aquella que requería pisar la verga o arco para armarla. Entonces, el ballestero se agachaba y tiraba de la cuerda con las manos para colocarla sobre la nuez. Este método sencillo y rápido de carga permitía, según cálculos modernos, disparar unas siete u ocho veces por minuto. Como inicialmente el arco se fabricaba de madera, la potencia del disparo no era muy alta y el daño inflingido limitado. Pero hay que tener en cuenta que los adversarios de la época en que se usó solían carecer de armaduras. Para su tiempo cumplía de sobras su cometido. A medida que pasaban los años, la ballesta fue sustituyendo paulatinamente al arco a medida que se hacían vergas con materiales más resistentes. Existen dos documentos hispanos del s.X en que se hace mención a ballesteros (ballestario y valestario). Desde al menos el siglo XI los andalusíes usaban la ballesta de dos pies. Los musulmanes en España llamaban a la ballesta "arco franco" (arco cristiano), y no es de extrañar, pues la ballesta es básicamente un arco montado sobre una cureña.






La primera gran revolución de la ballesta medieval ocurrió en el s.XII, y fue la mejora de la verga, la cual tomó la forma y composición de los arcos de nervio (llamados "compuestos" hoy día) que usaban los turcos. 




Dicho arco consta de un "alma" de madera, revestida con asta (de ciervo, cabra u otros animales) al interior del arco, y al exterior con tendón. Estas tres partes están encoladas con pegamentos extraídos de espinas de peces y otros animales, y su unión reforzada con tiras de cuero o bandas enrolladas de corteza empapada que, al secarse, se contrae y refuerza la unión. Al tensar la cuerda, el cuerpo se dobla y el asta del interior se comprime mientras que los tendones del dorso se estiran. Las propiedades mecánicas de ambos materiales conspiran entonces para devolver el arco a su posición inicial: el asta comprimida, con un elevado coeficiente de restitución, busca expandirse, mientras que el tendón estirado busca contraerse, con una fuerza cuádruple a la de la madera sola. Abajo turco del s.XII con ballesta cervera (copyright Osprey publishing). 




Al soltar la cuerda, la energía acumulada es muchísimo mayor que si el arco fuera de un solo material, y la velocidad de propulsión de la saeta es también muy superior. El núcleo de madera proporciona la forma general del arco y el soporte para el adhesivo, pero juega un papel menor en su acción física. Otra ventaja añadida es que no ha de ser muy largo para gozar de enorme potencia, ni tampoco las saetas. La parte negativa es que requiere una mano de obra muy especializada para su fabricación, además un buen arco tardaba un año en completarse, para dar tiempo al adecuado secado de la cola. Por otro lado estos arcos son muy sensibles a la humedad, que podía deshacer el pegamento orgánico, de ahí que fuesen mucho más frecuentes en países de clima seco. Estas ballestas se llamaron "cerveras" (cuando se hacían de asta de ciervo) o "de cuerno" (en otros países horn). Abajo ballesta de cuerno.  






Hacia finales del siglo XII había ciertas zonas del sur de Europa que fueron famosas en la construcción de ballestas cerveras. Durante el siglo XII la ballesta fue muy eficaz ante la caballería que normalmente iba acorazada. Ahora un simple peón podía matar a un insigne caballero. Es obvio que desde el s.XII la ballesta empezó a hacerle sombra al arco. Este hecho cristaliza en 1139 cuando el papa Inocencio II intenta sin éxito prohibir usar la ballesta contra otros cristianos. En la segunda mitad del s.XII aparece el estribo en la ballesta en respuesta a la solidez del arco de las ballestas cerveras. Esta nueva ballesta se llamó en España "ballesta estribera", mientras que en el extranjero arcubalisti ad Pedem o Arbalista ad unum Pedem (ballestas de pie o de un pie).






Para armar la ballesta estribera se requería de un nuevo elemento: la avancueda o trozo de cuerda con un gancho que se sujetaba al cinto (cinturón) en un extremo y tiraba hacia arriba de la cuerda con el gancho por el otro. El usuario tenía introducido el pie en el estribo mientras se realizaba la operación. Esta técnica se llamaba "armar de cinto". La avancuerda hacía posible cargar una ballesta de cuerno más o menos resistente a cambio de una tasa de fuego más lenta: alrededor de tres o cuatro disparos por minuto.






En los casos en que era preciso sacrificar potencia de tiro por velocidad de carga, los ballesteros más recios podían cargar a mano la ballesta hasta el límite de su fuerza.








2 comentarios:

German Tranquilo dijo...

Sr. Tormenta, esta viendo en la red, que encontraba de la manuballistae, y encontré que era un arma romana muy pesada, a modo de ballesta tambien. Estoy confuso, la que tu dices es mas facil de cargar, podrias ampliar un poco la informacion de la manuballistae o ser mas explicativo sin necesidad de información de primera mano. Gracias

El Tormenta dijo...

No sé dónde habrás leído esa información. En cualquier caso no existe ningún documento que relacione la "manuballistae" con ningún dibujo. Así que solo nos queda la evidencia de los textos y la etimología:

1-El nombre "arcuballista" (llamada "ballesta" en la España medieval) se siguió empleando en Francia desde época romana hasta finales de la Edad Media para las ballestas de guerra, no olvidemos que Francia fue fuertemente romanizada. Con lo que se refería a las ballestas que requerían de algún mecanismo para cargarlas.

2-La palabra "manuballista" aparentemente desaparece en el siglo XI, precisamente por la aparición de mecanismos de carga que dotan al arma de más potencia. Eso confirma su relación etimológica con "mano", pues cargarlas con las manos se quedó en cosa del pasado en cacerías.

3-A las primitivas armas de caza como la "manuballista" se les añadió la carraca o gafa en el s.XIV para darles más potencia. Estas ballestas se siguieron usando en monterías incluso durante el Renacimiento. El cambio fue paulatino a medida que nuevos ingenios de carga se iban inventando.

Saludos