Me atrevo a afirmar que la escopeta es
la única arma de fuego portátil que ha sobrevivido hasta hoy desde
el medievo. Teniendo además un gran arraigo en España, tanto en el
campo militar como cinegético. El origen del vocablo viene del
italiano antiguo scoppieta o scoppieto, diminutivo de
schioppo, propiamente "explosión, estallido",
procedente del latín tardío stloppus "estallido"
(producido por un dedo dentro de la boca), voz de origen
onomatopéyico. Para comprender bien el origen del arma debemos
repasar un poco la historia del uso de la pólvora.
Los musulmanes introdujeron la pólvora
en España en el s.XI, sin embargo no fue hasta el XIV cuando empieza a popularizarse la artillería de pólvora en los
asedios, principalmente las piezas de gran calibre (bombardas,
pasavolantes, etc.). Cabe reseñar que hubo un paso intermedio del
que se habla poco debido a la falta de documentación, me refiero a
la ballesta. Tanto el mosquete como el arcabuz y la escopeta están
ligadas etimológica e históricamente a la ballesta. No olvidemos
que era el arma artillera por excelencia de la Baja Edad Media en
occidente. Los ingenieros de asedio debieron admirar el efecto mortal
de las bombardas, capaces de arrojar inmensas pelotas de piedra con
mayor fuerza que los trabucos tradicionales. Ellos sabían bien que
en un asedio como Dios manda no solo se lanzan piedras, sino también
grandes saetas o flechas por medio de balistas, escorpiones u otros
ingenios.
La
ilustración más antigua que se conoce en Europa de armas con el uso
de pólvora se encuentra en el manuscrito inglés de Walter de
Millmete (1326), en él se aprecia una especie de jarrón del que
sale proyectada una saeta; un soldado acciona la pólvora a distancia
por medio de una mecha atada a un palo, en Francia se llamó "pot de fer" en Italia "Vase". En 1374 se habla en Zaragoza
de "ballestas de trueno". Este fue el primer nombre dado al
arma consistente en una modificación de la ballesta ordinaria
sustituyendo primero el canal por un tubo, para disparar cuadrillos y
después la verga y cuerda por la pólvora. Abajo el manuscrito de Walter Millmete.
Las ballestas de trueno duraron pocos años,
pues en Castilla los moros usaron durante la batalla de Egea (1394)
"truenos de mano", consistentes en un tubo corto de hierro
forjado que lanzaba pelotas de plomo o hierro emplomado gracias a la
pólvora. Un ejemplar existente de "trueno de mano" es el
llamado de Tannenberg, datado en 1399 o incluso antes. Para asirlo,
el cañón iba unido a una vara de madera. El mecanismo de estas
primitivas armas sería muy simple, el artillero acercaba un carbón
o mecha encendida al oído (pequeño agujero) del cañon, produciendo
una explosión que arrojaba la pelota hacia fuera. Obviamente el
usuario no podía siquiera apuntar, con lo que suponemos se empleaba
principalmente en batallas navales o en asedios contra grandes
blancos o masas de enemigos. En Italia el "trueno" (de
mayor calibre) se conocía con el nombre de "schioppo", y
el trueno de mano "scoppieta", su diminutivo. No es
coincidencia, además, que tanto "trueno" como "escopeta"
tengan en su raíz etimológica la acepción de "estallar",
"explotar".
Como mínimo desde comienzos del s.XV aparece
en escena la llave de mecha o de serpentín. El
revolucionario invento coincidió en fecha (y no por casualidad) con
la aparición de una buena variedad de armas de fuego portátiles:
mosquetes, arcabuces, culebrinas de mano, cerbatanas, esmeriles, etc.
El mecanismo es sencillo pero eficaz: El gatillo acciona hacia abajo
la llave (en forma de s) que contiene una mecha encendida, ésta
prende la pólvora situada en el oído y se produce el disparo. Por
primera vez el tirador puede tomarse su tiempo para apuntar antes de
disparar. Aún así el sistema de carga antigua no dejó de usarse definitivamente hasta comienzos del s.XVI.
Los truenos (versión no portátil) y los truenos de manos
siguieron usándose en España durante todo el s.XV, si bien de forma
minoritaria y en casos concretos (asedios o defensas de fortalezas),
ya que la ballesta de torno seguía siendo el arma de artillería
portátil por excelencia. Así en el inventario de un castillo
español (1478) aparecen entre otras armas "espingardas con una
barrena y un atacador, una barjoleta con pelotas y pólvora, un
trueno de mano, un molde de pelotas, un cántaro de pólvora y otro
de salitre, un trueno con un carretón". En las guerras de
Granada el arma portátil de fuego más popular fue la espingarda,
posiblemente la primera de estas características que llegó a ser
usada de modo masivo. Los llamados "espingarderos" junto a
los ballesteros fueron decisivos en las batallas libradas en España
durante el último cuarto del s.XV. Abajo escopetero y ballestero de finales del s.XV.
La palabra "escopeta" aparece en
español a finales del s.XV. Con el decreto de organización de una
fuerza armada a sueldo del estado, en 1493 comenzó a introducirse la
escopeta como arma de caballería. Además el 22 de Febrero de 1496
se decretó el uso de la escopeta para la infantería española. Al
parecer fue el Gran Capitán quien dio el visto bueno para la
adopción del arma con vista a las guerras en Italia de aquel
momento. No cabe duda que fueron los armeros italianos (de gran
reputación en aquella fecha) los que "inventaron" el
artilugio, todo ello favorecido por el hecho de que parte de Italia
pertenecía al Reino de Aragón. En realidad no inventaron nada
nuevo, tan solo mejoraron los "truenos de mano" ya
existentes, dotándolos de la posibilidad de cargarlos directamente
por la recámara (retrocarga), dicho avance permitió una tasa de
fuego mucho mayor. De ahí pueda explicarse que la espingarda fueran
rápidamente desbancada por la escopeta antes de terminar la
centuria. El Gran Capitán percibió con agudeza las ventajas que
ofrecía. Abajo infantería española de comienzos del XVI (a la derecha un escopetero):
Fue tal el éxito de las citadas mejoras
técnicas que en las Ordenanzas de Badajoz (año 1500) se prohibe que los pastores porten ballestas, azagayas o escopetas en el campo, pero se les permite llevar lanza o espada, un pequeño puñal y un cuchillo. En la expedición de Orán (1509) la caballería iba
equipada con escopetas y vestía peto y espaldar con armadura de
brazos, almófar, morrión, faldón, musequíes, guarda de rodillas,
canilleras, zapato herrado y lúas de malla. Además de la escopeta
llevaba espada de dos manos. No debió funcionar bien el invento,
pues tras la campaña la caballería sustituyó la escopeta por el
pistolete. Desde entonces la escopeta quedó relegada principalmente
para la caza, pero en la turbulenta historia de España no fueron
pocas las veces que los campesinos hicieron uso de ella para la
guerra. Pero eso lo dejamos para una segunda parte. Abajo caballería de la expedición a Orán, izquierda escopetero; derecha hombre de armas.
A comienzos del XVI nuestra escopeta logró su carácter propio: arma de retrocarga
con cañón más bien corto y ancho de ánima lisa. Su gran calibre
lo hacía mortífero en distancias cortas, esa misma fue la causa de
que tuviera tanto arraigo en un país con geografía tan tortuosa
como la española. Similar al triunfo que tuvo en su momento a nivel
local la ballesta sobre el arco. No es difícil imaginar el gran
impacto que causaría en aquellos hombres del medievo un disparo del
trueno de mano o escopeta, de hecho tal estallido le dio nombre al
arma. Abajo una culebrina de mano en acción.
Desconozco si algunas de las primeras escopetas
tenían más de un cañón, pero existieron cañones de mano (uno de
ellos llamado "palo de trueno") que incluían hasta cinco
en un solo ejemplar, lo cual permitía disparar como un arma de
repetición. Nótese que hasta la segunda mitad del s.XIX no
aparecieron los fusiles de repetición. Ciertamente las escopetas
típicas de dos cañones se basaron en estas primitivas armas
portátiles. Abajo un ejemplar de cinco cañones (extraído de la web "Castra Lusitana" del Sr. Amo del Castillo).
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