sábado, 18 de agosto de 2012
Mendigando manuscritos medievales
El trabajo realizado en este blog se basa en manuscritos medievales. Aunque mi base de datos es realmente gigantesca, todo tiene un límite. Cada vez cuesta más sacar conejos de la chistera a la hora de añadir nuevas entradas. Para evitar que me pille el toro estaré buscando por ahí documentos antiguos que sirvan para mejorar lo existente y poder seguir publicando material. Sería muy de agradecer que me indicáseis links en donde hayan textos medievales hispanos con referencia a armas, no me valen de mucho si no pueden ser fechados. Los clásicos ya los tengo, así que no perdais el tiempo buscándolos:
-Poema de Mio Cid
-Lanzarote del Lago
-Suero de Quiñones
-Poema de Fernán González
Seguramente alguno de los que me paseis ya los tenga yo, pero hay muchos otros que no. Me refiero a inventarios, fueros, arsenales, etc. Mi intención es seguir publicando siempre y cuando no se resienta la calidad de los trabajos, de lo contrario el espíritu del blog se corrompería de modo estúpido. Pase lo que pase, lo ya publicado es una excelente base de datos para los amantes de esta temática y los que quieran investigar por su cuenta. Seré sincero: La pervivencia de este blog depende en buen grado de vosotros.
Un saludo
El Tormenta
martes, 14 de agosto de 2012
Caballeros medievales
Aunque sea una verdad de perogrullo,
conviene apuntar que un caballero era el guerrero que peleaba a
caballo. El vocablo es genérico e incluye a todo tipo de caballería:
ligera, media o pesada. Por extensión la palabra se ha empleado
también para designar a los nobles, que eran los que podían
permitirse el lujo de tener un caballo y mantenerlo. Debido a los
camelos de las películas y los videojuegos existe la creencia
popular de que cualquiera podía montarse en un caballo y partipar
gloriosamente en una batalla.
No debe obviarse que el caballero real
de la historia debía hacerse cargo de cuidar y alimentar al animal
que lo transportaba, para ello debía tener unos conocimientos
básicos sobre caballos:
1-Conocimiento general de los equinos:
A la hora de adquirir una montura de guerra era esencial la raza del
caballo, edad, así como su salud y fortaleza. Gracias a ello el
caballero podía presentarse a una batalla con una montura digna, y
llegado el caso de perderla adquirir otra adecuada.
2-Conocimiento de la dieta adecuada,
higiene y bebida para la montura según el trabajo efectuado en unas
condiciones climáticas determinadas, tanto en calidad como en
cantidad.
3-Conocimientos médicos: Entre los
problemas físicos más comunes entre los caballos se encuentran:
trastornos digestivos, resfriados, enfermedades (gripe equina,
tétanos, herpes), parásitos internos, lesiones, infecciones y
enfermedades de la piel.
4-Compenetración entre caballo y
caballero: El animal debe obedecer al dueño cuando éste lo
requiera, para ello es fundamental una mezcla compensada de
disciplina y buen trato. Un animal maltratado o mimado en exceso
podría dejar en la estacada a su dueño en el peor momento de la
batalla, lo cual puede llegar a ser mortal. Caballo y caballero deben
ser un equipo que trabajan coordinados.
5-Dominar el arte de la equitación:
Manejar un caballo no es una cuestión de fuerza bruta, sino de
habilidad conseguida por medio de la práctica. Para lo cual se
requiere una geografía física que facilite el proceso de
aprendizaje y la práctica constante. No es casualidad que los mejores jinetes procedan de
lugares con amplias llanuras. La caballería mongola medieval,
probablemente la mejor de la historia, estaba constituida por nómadas
que vivían literalmente montados a caballo desde su más tierna
infancia. Esto les permitía sacar el máximo partido a sus animales:
mayor velocidad de viaje, compenetración con su dueño, experiencia
en combate, y otros factores aparentemente menores que se tradujeron
en eficacia absoluta cuando se trataba de aniquilar al enemigo: la
historia lo demuestra.
Una tropa de hombres montados podría
cubrir 40 ó 50 km. en una jornada, si bien en algunas circunstancias
(grupos reducidos, con equipamiento ligero y en trayectos de un solo
día) podían llegar a los 70 km. Los peones recorrerían entre 25-30
km. diarios. Si iban bien cargados recorrerían entre 18-23 km/día o
incluso entre 15-20 km/día. En un documento hispano de 1410 la
hueste iba acompañada de "erveros" para la obtención de
pastos y forraje. En el asedio de Almería (1329) se gastaba al día
algo más de 1 kg de harina por persona y 1,35 litros de vino. En contraste, un
caballo de guerra podía llegar a necesitar, para mantenerse en una
adecuada disponibilidad de uso, unos 14 kg de heno o de pasto y otros
cinco de avena o cebada, además de 35 litros de agua al día como
mínimo.
Las taridas eran barcos medievales de transporte capacitados
para cargar máquinas de asedio aparte de caballos. Para entrenarse,
los caballeros medievales participaban en justas, torneos, ejercicios
ecuestres, cacerías, concursos de tiro de ballesta y alardes
periódicos para ensayar la formación en grupo. En Castilla se llamaba "caballería
a la guisa" a la caballería pesada (los hombres de armas o
gendarma) y "caballería a la jineta" a la caballería
ligera (los jinetes). Se denominaba "rocín de combate" al
caballo de trabajo entrenado para las batallas, fue el más común en las guerras de la España medieval. En Cataluña desde el s.XIII llamaban a la
caballería ligera "cavalls alforrats" y a la pesada
"cavalls armats" o "bacinets".
A medida que aumentaba el peso de la
panoplia caballeresca, se mezclaron razas de caballos para conseguir
una montura que tuviera valor, capacidad de carga y velocidad.
Conocido como “destrier” desde el siglo VII, este caballo fue
criado a partir de ejemplares selectos de raza bactriana o árabe
mediante un intrincado y largo proceso, que en ocasiones duraba
varios años. Al final se obtenía un caballo de 1,73 m. de altura,
mientras que los típicos caballos medievales tenían una altura
aproximada de 1,27 m. Tenían huesos fuertes y un lomo corto y
robusto, podía transportar soldados pesadamente equipados. La
palabra aparece en Inglaterra hacia 1300 y viene del francés destrier (s.XII), procede del latín dextrarius
"manejado con la mano derecha". En España se llamó
"caballo del diestro" como consta en documentos del s.XIV.
El estribo se introdujo en el Imperio
Carolingio a finales del s.VIII., aunque no fue habitual en el
ejército hasta el s.IX. En España el estribo se introdujo en el
s.X, sin bien en el XI es cuando se hizo común. Mucho se ha debatido
a favor y contra de la importancia del estribo en combate. Su
importancia no debe rebajarse en absoluto: Desde la Alta Edad Media
todos los ejércitos europeos fueron añadiéndolo a su caballería
de modo paulatino, desapareciendo finalmente la monta sin estribo;
por otro lado el uso del estribo permitió una forma de manejar el
caballo en combate más cómoda y eficaz que difícilmente habrían
adoptado todos los caballeros por puro capricho.
Monta a la brida: Consiste en la
disposición extendida adoptada por las piernas del caballero. Esta
postura puede ser debida, en el menor de los casos, a la ausencia de
estribos, pero sobre todo, tiene su origen en la mayor longitud dada
a las acciones. Con ello el caballero pierde movilidad sobre la
silla, pero en cambio facilita su sujección siempre que utilice
estribos, factores que hacen esta monta idónea para la caballería
pesada. Sin ella no se hubiera tenido lugar la nueva y trascendente
función otorgada a la lanza, entre cuyas consecuencias debemos
señalar el perfeccionamiento de las sillas con arzones envolventes,
o de los nuevos modelos de frenos reseñados, que constituyen un
complemento imprescindible en este tipo de monta con fines bélicos.
La silla empleada en este tipo de monta se llamaba "silla
bridona".
Monta a la jineta: Es indispensable la
utilización de los estribos, ya que se define por la escasa longitud
dada a las acciones. Éstas obligan al jinete a llevar las piernas
ligeramente dobladas, lo cual permite mayor movilidad sobre la silla
y una monta mas ágil y veloz. Por ello las monturas utilizadas
también serán rápidas, en consonancia con las posibilidades
facilitadas por el sistema. Todo ello condiciona un equipamiento
ligero para el jinete y un tipo de combate basado en la velocidad y
movilidad como mejor arma, donde no tienen lugar las formaciones ni
las cargas de la caballería pesada. Se denominaba "silla
jineta" la empleada para este tipo de monta. Asimismo, la tornafuye se hacía con esta silla. La palabra "jinete"
significaba originalmente: "caballero que monta a la jineta". Fueron los moros zenetas los que introdujeron este tipo de monta en España, así como las armas adecuadas para su uso: la lanza jineta y la espada zeneta.
Tanto en español, italiano, portugués
como en inglés, la palabra "arnés" procede del francés
"harnais". El corcel era un caballo ligero de mucha alzada,
que servía para los torneos y batallas. Viene del francés coursier
"correr", la palabra ya es conocida en Inglaterra hacia
1300 (courser). Francia fue pionera en el arte de la
equitación. Sus conquistas desde el Imperio Carolingio no habrían
sido posible sin una caballería competente, pues durante el periodo
medieval la caballería era decisiva. Fue una superpotencia militar
pionera en tecnología armamentística, y la prueba de ello es el
innumerable número de palabras militares que tuvieron allí su
origen. Abajo la caballería carolingia ataca a un grupo de vikingos a finales del s.IX (copyright Osprey publishing).
viernes, 3 de agosto de 2012
Canilleras y grebas
Canilleras, espinilleras, cnemides,
ocreas, bainbergas o grebas son el nombre que reciben
en diferentes lenguas las protecciones específicas para la tibia y
en ocasiones para la pierna entera. El significado etimologico para
todas ellas es el mismo: tibia y pierna. Tenían en general un diseño
muy parecido, aunque las peculiares canilleras griegas (cnemides) de los ss.VI-V a.C. eran semirígidas, más anatómicas,
cubrían las rodillas, se colocaban como una pinza y se sujetaban por sí mismo a la pierna.
Además de ser envolventes, protegían también los gemelos. Los samnitas usaron el mismo tipo.
Hay constancia del uso de canilleras en
la antigua Iberia. En la costa levantina se han hallado algunas de
bronce repujado datadas entre el 600-550 a. C., se ataban a la pierna
por medio de correas sobre una base de fieltro para evitar roces. A
partir del s.IV a.C, con la homogenización, generalización y
simplificación de la panoplia, las canilleras metálicas desaparecieron,
aunque por fuentes literarias (Estrabón y Diodoro) se sabe que
existían grebas de fieltro o lana, que también se representan en
las esculturas de guerreros galaicos ya muy tardías. Estrabón usa
el término cnemides para las canilleras de los lusitanos y
Diodoro cnemides de pelo para los celtíberos. Abajo diferentes tipos de canilleras antiguas (copyright Carlos Fernández del Castillo y Fernando Quesada). A: Tipo de anillas móviles fijadas con remache. Balcanes (ss.VIII-VII a.C.); B: Tipo semirígido griego (ss.VI-V a.C.); C: Tipo de canillera íbera (ss.VI-V a.C.); D: Reconstrucción de canillera metálica íbera con acolchado de fieltro (hacia 450 a.C).
Entre mediados del s.XIII y comienzos
del XIV se colocaban (en ocasiones) sobre las calzas delgadas
espinilleras metálicas llamadas esquinelas (schynbalds en
Inglaterra). En España las canilleras cubrieron únicamente la parte
anterior de la pierna hasta la llegada de las grebas en el siglo XIV. Abajo espinilleras de la Biblia de Maciejowski (mediados s.XIII).
A menudo las canilleras se fabricaban con cuero hervido, material menos resistente que el metal pero más ligero de transportar. Abajo caballero italiano de 1289 con unas rodilleras, quijotes y canilleras de cuero endurecido.
"Greba" era el nombre para las canilleras en Francia, al estar más desarrollado el arnés de piernas allí que en otra parte, tanto la palabra como el arnés de piernas se exportó a los países vecinos. Sin embargo en España tanto canillera (ya atestiguada en 1255) como espinillera se siguieron usando con el mismo significado que greba en adelante. En Inglaterra se empleó los términos jamb o jamber y posteriormente greave. Algunas veces las espinilleras se hacían con hojas, a la manera de la coracina; abajo caballero del s.XIV equipado con arnés de fojas.
"Greba" era el nombre para las canilleras en Francia, al estar más desarrollado el arnés de piernas allí que en otra parte, tanto la palabra como el arnés de piernas se exportó a los países vecinos. Sin embargo en España tanto canillera (ya atestiguada en 1255) como espinillera se siguieron usando con el mismo significado que greba en adelante. En Inglaterra se empleó los términos jamb o jamber y posteriormente greave. Algunas veces las espinilleras se hacían con hojas, a la manera de la coracina; abajo caballero del s.XIV equipado con arnés de fojas.
Los primitivos arneses de platas de comienzos
del siglo XIV contaban con grebas que cubrían solamente la parte
anterior de la pierna, estaban adaptados para llevarse con rodilleras y escarpes. Abajo guerrero de la primera mitad del s.XIV.
Si bien, pronto se les acopló unas piezas
llamadas grebones para cubrir las pantorrillas, iban unidas a las grebas por medio de bisagras y correas. Abajo relieve de guerrero equipado con grebas, grebones y cangrejos para las rodilleras de finales del s.XIV
Inicialmente las rodilleras cubrían la parte frontal,
pero dejaban la articulación de las corvas protegida solamente por
malla flexible. A finales del s.XIV aparecen los primeros cangrejos
de platas para cubrir estos huecos, aunque no fue hasta bien entrado
el s.XV cuando se hicieron comunes. Abajo rodilleras con cangrejos de un arnés de piernas italiano de finales del s.XIV.
Para el siglo XV hay una mención de
"canillotes", seguramente canilleras que cubren la pierna
al completo, similar a las grebas con grebones. A pesar de estos avances, muchos guerreros preferían perder protección en las corvas para ganar en movilidad, como podemos ver en el siguiente caballero de 1401.
Abajo dos caballeros ingleses de 1426 con arneses de piernas completos.
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