martes, 14 de agosto de 2012

Caballeros medievales

Aunque sea una verdad de perogrullo, conviene apuntar que un caballero era el guerrero que peleaba a caballo. El vocablo es genérico e incluye a todo tipo de caballería: ligera, media o pesada. Por extensión la palabra se ha empleado también para designar a los nobles, que eran los que podían permitirse el lujo de tener un caballo y mantenerlo. Debido a los camelos de las películas y los videojuegos existe la creencia popular de que cualquiera podía montarse en un caballo y partipar gloriosamente en una batalla.


No debe obviarse que el caballero real de la historia debía hacerse cargo de cuidar y alimentar al animal que lo transportaba, para ello debía tener unos conocimientos básicos sobre caballos:



1-Conocimiento general de los equinos: A la hora de adquirir una montura de guerra era esencial la raza del caballo, edad, así como su salud y fortaleza. Gracias a ello el caballero podía presentarse a una batalla con una montura digna, y llegado el caso de perderla adquirir otra adecuada.



2-Conocimiento de la dieta adecuada, higiene y bebida para la montura según el trabajo efectuado en unas condiciones climáticas determinadas, tanto en calidad como en cantidad.





3-Conocimientos médicos: Entre los problemas físicos más comunes entre los caballos se encuentran: trastornos digestivos, resfriados, enfermedades (gripe equina, tétanos, herpes), parásitos internos, lesiones, infecciones y enfermedades de la piel.





4-Compenetración entre caballo y caballero: El animal debe obedecer al dueño cuando éste lo requiera, para ello es fundamental una mezcla compensada de disciplina y buen trato. Un animal maltratado o mimado en exceso podría dejar en la estacada a su dueño en el peor momento de la batalla, lo cual puede llegar a ser mortal. Caballo y caballero deben ser un equipo que trabajan coordinados.



5-Dominar el arte de la equitación: Manejar un caballo no es una cuestión de fuerza bruta, sino de habilidad conseguida por medio de la práctica. Para lo cual se requiere una geografía física que facilite el proceso de aprendizaje y la práctica constante. No es casualidad que los mejores jinetes procedan de lugares con amplias llanuras. La caballería mongola medieval, probablemente la mejor de la historia, estaba constituida por nómadas que vivían literalmente montados a caballo desde su más tierna infancia. Esto les permitía sacar el máximo partido a sus animales: mayor velocidad de viaje, compenetración con su dueño, experiencia en combate, y otros factores aparentemente menores que se tradujeron en eficacia absoluta cuando se trataba de aniquilar al enemigo: la historia lo demuestra.



Una tropa de hombres montados podría cubrir 40 ó 50 km. en una jornada, si bien en algunas circunstancias (grupos reducidos, con equipamiento ligero y en trayectos de un solo día) podían llegar a los 70 km. Los peones recorrerían entre 25-30 km. diarios. Si iban bien cargados recorrerían entre 18-23 km/día o incluso entre 15-20 km/día. En un documento hispano de 1410 la hueste iba acompañada de "erveros" para la obtención de pastos y forraje. En el asedio de Almería (1329) se gastaba al día algo más de 1 kg de harina por persona y 1,35 litros de vino. En contraste, un caballo de guerra podía llegar a necesitar, para mantenerse en una adecuada disponibilidad de uso, unos 14 kg de heno o de pasto y otros cinco de avena o cebada, además de 35 litros de agua al día como mínimo. 


Las taridas eran barcos medievales de transporte capacitados para cargar máquinas de asedio aparte de caballos. Para entrenarse, los caballeros medievales participaban en justas, torneos, ejercicios ecuestres, cacerías, concursos de tiro de ballesta y alardes periódicos para ensayar la formación en grupo. En Castilla se llamaba "caballería a la guisa" a la caballería pesada (los hombres de armas o gendarma) y "caballería a la jineta" a la caballería ligera (los jinetes). Se denominaba "rocín de combate" al caballo de trabajo entrenado para las batallas, fue el más común en las guerras de la España medieval. En Cataluña desde el s.XIII llamaban a la caballería ligera "cavalls alforrats" y a la pesada "cavalls armats" o "bacinets". 



A medida que aumentaba el peso de la panoplia caballeresca, se mezclaron razas de caballos para conseguir una montura que tuviera valor, capacidad de carga y velocidad. Conocido como “destrier” desde el siglo VII, este caballo fue criado a partir de ejemplares selectos de raza bactriana o árabe mediante un intrincado y largo proceso, que en ocasiones duraba varios años. Al final se obtenía un caballo de 1,73 m. de altura, mientras que los típicos caballos medievales tenían una altura aproximada de 1,27 m. Tenían huesos fuertes y un lomo corto y robusto, podía transportar soldados pesadamente equipados. La palabra aparece en Inglaterra hacia 1300 y viene del francés destrier (s.XII), procede del latín dextrarius "manejado con la mano derecha". En España se llamó "caballo del diestro" como consta en documentos del s.XIV.



El estribo se introdujo en el Imperio Carolingio a finales del s.VIII., aunque no fue habitual en el ejército hasta el s.IX. En España el estribo se introdujo en el s.X, sin bien en el XI es cuando se hizo común. Mucho se ha debatido a favor y contra de la importancia del estribo en combate. Su importancia no debe rebajarse en absoluto: Desde la Alta Edad Media todos los ejércitos europeos fueron añadiéndolo a su caballería de modo paulatino, desapareciendo finalmente la monta sin estribo; por otro lado el uso del estribo permitió una forma de manejar el caballo en combate más cómoda y eficaz que difícilmente habrían adoptado todos los caballeros por puro capricho.



Monta a la brida: Consiste en la disposición extendida adoptada por las piernas del caballero. Esta postura puede ser debida, en el menor de los casos, a la ausencia de estribos, pero sobre todo, tiene su origen en la mayor longitud dada a las acciones. Con ello el caballero pierde movilidad sobre la silla, pero en cambio facilita su sujección siempre que utilice estribos, factores que hacen esta monta idónea para la caballería pesada. Sin ella no se hubiera tenido lugar la nueva y trascendente función otorgada a la lanza, entre cuyas consecuencias debemos señalar el perfeccionamiento de las sillas con arzones envolventes, o de los nuevos modelos de frenos reseñados, que constituyen un complemento imprescindible en este tipo de monta con fines bélicos. La silla empleada en este tipo de monta se llamaba "silla bridona".



Monta a la jineta: Es indispensable la utilización de los estribos, ya que se define por la escasa longitud dada a las acciones. Éstas obligan al jinete a llevar las piernas ligeramente dobladas, lo cual permite mayor movilidad sobre la silla y una monta mas ágil y veloz. Por ello las monturas utilizadas también serán rápidas, en consonancia con las posibilidades facilitadas por el sistema. Todo ello condiciona un equipamiento ligero para el jinete y un tipo de combate basado en la velocidad y movilidad como mejor arma, donde no tienen lugar las formaciones ni las cargas de la caballería pesada. Se denominaba "silla jineta" la empleada para este tipo de monta. Asimismo, la tornafuye se hacía con esta silla. La palabra "jinete" significaba originalmente: "caballero que monta a la jineta". Fueron los moros zenetas los que introdujeron este tipo de monta en España, así como las armas adecuadas para su uso: la lanza jineta y la espada zeneta.



Tanto en español, italiano, portugués como en inglés, la palabra "arnés" procede del francés "harnais". El corcel era un caballo ligero de mucha alzada, que servía para los torneos y batallas. Viene del francés coursier "correr", la palabra ya es conocida en Inglaterra hacia 1300 (courser). Francia fue pionera en el arte de la equitación. Sus conquistas desde el Imperio Carolingio no habrían sido posible sin una caballería competente, pues durante el periodo medieval la caballería era decisiva. Fue una superpotencia militar pionera en tecnología armamentística, y la prueba de ello es el innumerable número de palabras militares que tuvieron allí su origen. Abajo la caballería carolingia ataca a un grupo de vikingos a finales del s.IX (copyright Osprey publishing).


Abajo caballero carolingio equipado con gálea, clípeo, espada, brunia y lanza con cruceta.




2 comentarios:

German Tranquilo dijo...

Algún día hablaras de los arcos? seria chevere, saber sobre el libraje de los arcos y si son mas fuestes que la ballesta o que la honda. Saber sobre el arco de nervio, el mongol, el largo ingles... :D!!!! Gracias por tus grandiosos aportes!

El Tormenta dijo...

El problema es que sobre los arcos apenas hay textos medievales que los mencionen en España. No quisiera hacer una entrada basada en libros modernos que se refieren al arco principalmente fuera de España (normalmente el arco de tejo inglés). Sabeis que no es el estilo de este blog y si lo hiciera me sentiría como un "experto". No olvidemos que el título del blog es "armas y armaduras en España".

En España se llamó arco de nervio al hoy llamado "arco compuesto". No todos los arcos de nervios eran iguales, pues las condiciones meteorológicas influian en su construcción, así el arco turco o árabe no eran exactamente iguales, aunque ambos eran arcos de nervio. El hoy llamado "arco largo" se llamó en España "arco grande de tejo" y las largas saetas que arrojaba se llamaban "flechas".

Celebro que te gusten las entradas, seguiré en la misma linea.